El cansancio excesivo, el estrés acumulado y la fatiga son una constante en la mayoría de las personas. El estilo de vida actual, las largas y extenuantes jornadas de trabajo y la pérdida de hábitos saludables debilitan los mecanismos propios de defensa y retardan los procesos naturales de recuperación del cuerpo humano.
Algunos estudios muestran que para que el cuerpo se recupere del desgaste habitual, se debe destinar aproximadamente una tercera parte del día al descanso o encontrar condiciones mejoradas que permitan recuperarse en menor tiempo.
No aprovechar las ocho horas nocturnas dedicadas al descanso tiene directamente un impacto adverso
en las restantes dieciséis horas diurnas destinadas a la productividad y a su vez, puede afectar el bienestar general y el balance.
La pérdida de sueño puede causar algo más que la sensación de cansancio, puede afectar la capacidad del cuerpo para controlar el estrés o defenderse de enfermedades. El descanso contribuye a la salud física y psicológica, promueve la regeneración celular y está relacionado con las funciones básicas de aprendizaje y memoria. Soporta la coordinación muscular y fortalece el sistema inmunológico.